A trabajadoras y trabajadores de la cultura, a la militancia de los derechos humanos
Daniel San Cristóbal(*)
Resistencia es cultura, respira cultura, produce cultura. Nadie lo puede dudar. Sin embargo tenemos el Gobierno Municipal menos comprometido con la cultura de la Provincia, y de la historia de la ciudad.
Resistencia fue centro de la violencia del Estado, y justamente en su centro torturaron, mataron y desaparecieron a parte de una generación que luchó por sus ideales.
Quienes estuvimos en la función pública e impulsamos o apoyamos en sus diversas formas, sabemos de los obstáculos del pensamiento y la acción para que artesanos y artistas puedan desarrollar con libertad su arte, de lo complicado que fueron los años hasta el 2003 –cuando Néstor- para que la política comenzara su compromiso con los derechos humanos
Cientos de veces con Raúl Acosta apoyamos modestamente expresiones del arte y la cultura que el gobierno provincial –de otros momentos- y el municipal actual despreciaron y no apoyaron por no formar parte de “su inteligencia”. Con Raúl, desde distintas trincheras, abrimos algunas brechas en el debate contra la teoría de los dos demonios e impulsamos iniciativas para reivindicar las luchas populares. Varias ordenanzas municipales y leyes provinciales testimonian de nuestro compromiso con la educación, la cultura, los derechos humanos, la comunicación popular y el respeto por la diversidad. Varias luchas también. Citaré algunas pocas.
Raúl Acosta, como concejal, impulsó con apoyo de artistas un fondo de la cultura –FOCUR- que le valió una larga lucha que el Superior Tribunal de Justicia Rozista resolvió a favor de la in-cultura. Simplemente se trataba de dinero para que nuestros artistas hagan con libertad su arte.
Viví la ignorancia y la soberbia cuando casi en soledad impulsé una ley que dignificara al coro toba-chelaalapi. Diputadas y diputados de múltiples colores sonreían con sorna una y otra vez cuando se buscaba una justa remuneración y una protección a uno de los patrimonios culturales vivientes más importantes de nuestra Provincia. La insistencia y la militancia de los actores principales consagró la ley 5778.
Raúl Acosta fue autor de una ordenanza vigente que prohíbe que a plazas y calles de la ciudad se le impongan nombres de funcionarios de la dictadura. Raúl además intentó cambiar el nombre de la calle Julio A. Roca, y logró –aunque luego no pudo conseguir que se sostenga- reivindicar a Juan José Valle retornando su nombre a la calle Rioja.
Con muchos de Ustedes fui protagonista de leyes de reparación a perseguidos de la dictadura y de una muy especial: la creación de la Comisión de la Memoria y el consiguiente centro de torturas para transformarlo en un centro de pensamiento y cultura.
Todos sabemos de los escollos y de las trapisondas de los llamados “partidos mayoritarios” para esquivar temas profundos.
Coqui Capitanich logró avances importantes que nos restan consolidar. Dentro de las principales razones que nos hacen estar orgullosos de haberlo apoyado para ser gobernador es la creación de un fondo para la cultura –con el Instituto- y la Subsecretaría de derechos humanos. Sabemos que no funcionan del todo bien, y sabemos que luchadores de otras épocas todavía hoy reclaman por no tener allí su lugar, pero el logro es innegable y su profundización imprescindible, “nunca menos”.
Ninguna firma al lado de ex menemistas y ex dirigentes de Acción Chaqueña nos puede indicar de cuál es el camino, más allá del respeto que nos inspiran muchos de los firmantes. Vemos todas las firmas que faltan.
Raúl Acosta, como intendente y Daniel San Cristóbal como presidente del Concejo Municipal daremos el verdadero impulso que la cultura nacional y popular se merece en Resistencia, y pondremos al Municipio en el real camino del compromiso con los derechos humanos, porque desde hace mucho allí estuvo y está nuestro compromiso.
Hasta la victoria.
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