Documento político del Frente Grande
Argentina, 19 de noviembre de 2012.-
La Asamblea Nacional del Partido Frente Grande ratificó por unanimidad
su compromiso con el gobierno y la conducción política de la Presidenta
Cristina Fernández de Kirchner, así como su pertenencia al
“
Frente para la Victoria” (FPV) y a “
Unidos,
Organizados y Solidarios”. El evento se desarrolló en la ciudad
de Buenos Aires, el pasado sábado 10 en la sede nacional de la CTERA, al
día siguiente de la realización de un exitoso acto efectuado en el local
del sindicato telefónico porteño de FOETRA.
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Junto a otras organizaciones del espacio kirchnerista, como la Corriente
Nacional de la Militancia y organizaciones partidarias, sociales,
sindicales, organismos de DD.HH y culturales, formamos parte de la fuerza
política cuyo corazón es la justicia social, la independencia económica y
la soberanía política, inscriptas en la historia y la política argentina
por Perón y Evita, que se nutrió y superó en este Siglo XXI de los ideales
y la fuerza de las realizaciones de Néstor y Cristina, a los que se
sumaron agrupamientos de orígenes políticos distintos, que entienden la
democracia política como inescindible de la justicia social y la perspectiva
de los Derechos Humanos.
La necesidad de unirse de manera organizada y solidaria se da en el marco
de una situación del país caracterizada por estar dotada de un grado
importante de estabilidad y ocupación, sostenido por la política de
crecimiento con justicia social, de compromiso latinoamericanista, en
momentos en que el capitalismo hegemónico pasa por la más extendida crisis
de su historia. La Argentina, lejos de estar atravesando una situación
trágica-como quieren hacernos creer los medios monopólicos- enfrenta
exitosamente los problemas que se expresan en la vida “normal” de una
sociedad inserta en un mundo globalizado en crisis y del devenir de un
gobierno cuya política nacional y popular es atacada por las fuerzas
monopólicas, conservadoras y represoras. Por esa razón,
el Frente Grande
subraya que los problemas principales del país se ubican en el antagonismo
entre los intereses del gran capital financiero y los del pueblo, y no en
aquellos verificados en el interior del campo nacional, popular y
democrático, al mismo tiempo que rechaza las posturas que plantean
diferencias estratégicas entre la política de Néstor y la de Cristina.
La Presidenta CFK ha propuesto una consigna que es una identidad, que es
un compromiso y sobre todo es una tarea militante:
unirnos y organizarnos, de
manera solidaria. Con esa convicción tenemos que trabajar con cada uno de
los que componen el 54% que votó la política del gobierno kirchnerista,
profundizando los niveles de conciencia, formando a los militantes,
fortaleciendo la dirigencia y trabajando para desarrollar la organización en
los puntos más profundos de la geografía social del movimiento.
Tenemos por delante otra tarea que es crucial: esclarecer a quienes son
opositores aunque hayan conseguido trabajo, jubilación, protección social,
libertad de expresión, más escuelas, educación superior en sus
localidades, mejores servicios de salud, como resultado de la política de
nuestro gobierno. Usando los restos de individualismo antipolítico que
existen en la sociedad, los instrumentos de difusión ideológica del bloque
dominante alientan el miedo y el desánimo, distorsionando u ocultando
acciones positivas del gobierno y exagerando errores secundarios. Ese aparato
de difusión, todavía dominante, aún ejerce una influencia significativa,
al estimular contradicciones, exasperar emociones y alentar
subterráneamente las peores ideas de los dominadores. No se trata de un
mensaje mesiánico construido a tontas y a locas, sino de una política
cotidiana y persistente, organizada gerencialmente y a la que se prestan en
un acto autodestructivo de subordinación muchas fuerzas de la oposición.
Una enérgica e imaginativa acción político-pedagógica se hace
indispensable, y para ello se requiere del aporte militante de todos, pero en
especial el de los jóvenes, con su fuerza, su imaginación y su capacidad.
Debemos militar con total conciencia de la necesidad de actuar
organizadamente. El Frente Grande comprende la importancia de saber combinar
la disciplina que requiere la coherencia de una fuerza política con la
valoración de los diferentes orígenes e identidades comprometidos con el
proyecto nacional, popular, democrático y latinoamericanista. Los juicios
críticos deben realizarse con criterio y oportunidad para no negar le
realidad. Ello obliga a un lenguaje comprometido y austero tanto en estas
acciones como en las de apoyo a la propia política.
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El Frente Grande asume la noción de justicia social de Néstor
Kirchner: la justicia social inseparable de la Verdad, Memoria y Justicia, de
los juicios a los represores como aspectos de una misma concepción de la
política y de la vida. Es el amor al Pueblo, es el humanismo de Néstor, que
debemos difundir por toda nuestra sociedad. Es el que guía a nuestra
Presidenta cuando su gobierno debe enfrentar cotidianamente al conjunto de
los más poderosos intereses que como los que se enriquecen explotando
nuestra tierra, nuestras minas y destruyendo nuestro medio ambiente, atacan
las medidas que significan la felicidad del Pueblo, rechazan a los jóvenes,
denigran a los maestros y a la escuela pública, se horrorizan ante la
diversidad de género, monopolizan las comunicaciones y confluyen en éxtasis
cuando un interés antinacional golpea al estado argentino.
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En Defensa y Seguridad, el Frente Grande ha respaldado y apoya firmemente
la política emprendida por NK y CFK. La defensa inclaudicable de
recuperación de las islas Malvinas y del Atlántico Sur por la vía
pacífica; la subordinación de las FFAA al poder civil, la modificación de
los planes de estudio de las escuelas formadoras de sus cuadros de oficiales
y suboficiales, la derogación del Código de Justicia Militar. Y en una
perspectiva no menor la Defensa argentina participa activamente desde su
creación del Consejo Suramericano de Defensa (CSD) de la UNASUR, esbozo de
la coalición latinoamericana en la materia que supere el dependiente
panamericanismo.
Por su parte, la política de seguridad como prevención y la
participación de la comunidad en su consideración y orientación; la
capacitación de las fuerzas de seguridad, tanto intelectual como
tecnológicamente, y el empeño puesto en las luchas contra todo tipo de
delito organizado como la comercialización del narcotráfico y la trata y
explotación de personas tanto en lo laboral como en lo sexual.
El Frente Grande, como integrante del bloque parlamentario del Frente para
la Victoria, participó de la aprobación de una inédita y avanzada
legislación que amplía derechos vinculados a la dignidad, como la trata
de personas para su explotación laboral y sexual, la derogación del
avenimiento, la ley contra el femicidio, así como la norma que establece el
derecho sin limitaciones a la educación en todos los niveles educativos en
todos los penales del país.
Junto a las acciones emprendidas en la dimensión anteriormente
mencionada, el Frente Grande apoyó con el trabajo y el voto de sus diputados
la ley de matrimonio igualitario, la ley de identidad de género, el programa
de prevención y atención de los consumidores y adhiere a la lucha por la
despenalización del aborto, así como la despenalización de la tenencia de
estupefacientes para consumo personal.
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El Frente Grande coincide con el gobierno en la enérgica política
monetaria y de atesoramiento de divisas internacionales para cumplir las
metas logradas por la extraordinaria renegociación de la deuda externa
ejecutada por Néstor Kirchner, que fue coronada por la reforma de la Carta
Orgánica del Banco Central. Son medidas destinadas a la reconstrucción del
Estado Nacional, a las que se suman la recuperación para el Estado de la
Nación Argentina de Aerolíneas Argentinas, YPF e YCF, el Correo, Aguas
Argentinas, los astilleros Tandanor y Almirante Storni, la Fábrica Militar
de Aviones de Córdoba “Brigadier San Martín”, el avance en la
recuperación de la red ferroviaria, la puesta en marcha de las más
importantes centrales energéticas. Hoy podemos asistir al repotenciamiento
de carreras técnicas y de las ciencias duras, desde – por ejemplo- la
formación de ingenieros navales e industriales, matemáticos y agrimensores
porque la industria así lo requiere por la inducción que emprende en ese
rumbo la política económica del gobierno nacional. Forma parte del
fortalecimiento del Estado, el diseño y ejecución de un moderno y
democrático programa de documentación para todos los argentinos y el enorme
y capital hecho que implicó la recuperación de los fondos para las
jubilaciones expropiados en el negocio turbio de las AFJP.
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El Frente Grande considera que la Ley Servicios audiovisuales es una
norma fundamental para llevar a delante el proceso en curso de
democratización profunda de la sociedad. La ley de servicios de
comunicación audiovisual se basa en el trabajo desarrollado por
organizaciones sociales y cooperativas, sindicatos, universidades, organismos
de Derechos Humanos, asociaciones de radiodifusores y radios comunitarias que
forman parte de la Coalición por una Radiodifusión Democrática – que
ahora como Coalición por una Comunicación Democrática integra nuestro
partido – y ha tenido en cuenta los “21 puntos por el Derecho a la
Comunicación” diseñados por aquella.
Hay que asegurar con políticas activas el Derecho a la Expresión, a la
Información, a la Comunicación y la plena participación de todos los
sectores en la vida ciudadana. El desafío de la plena vigencia de la Ley de
Medios de Comunicación Audiovisual, en cuya sanción parlamentaria, el
Frente Grande tuvo el orgullo de participar, implicará una primera instancia
de la división de la propiedad monopólica de las empresas mediáticas
concentradas, la continuación de las numerosas acciones emprendidas por el
gobierno con el desarrollo de una activa política del INCAA, el desarrollo
de la Televisión Digital Abierta (TDA), el Banco Audiovisual de Contenidos
Universales Argentino (BACUA), el Plan de Contenidos Audiovisuales Digitales
para TV, y el rol singular de Conectar Igualdad, cuyo despliegue ha
significado una democratización social y geográficas de repercusiones
notables en la vida cotidiana y los derechos informativos y educativos de los
sectores más postergados de nuestra sociedad.
La construcción de nuevos
medios de propiedad social, cooperativa, de las universidades y de los
municipios, entre otros, implicará que en todos ellos- y también en los
propiedad privada comercial, debe plantearse un proceso de democratización
que resguarde los derechos del público y de los trabajadores de la
comunicación.
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La política de comunicación es indisociable de las políticas educativas
y de las científico- tecnológicas. Dado su gran impacto en la cultura de
millones de argentinos es necesario potenciar los programas que orientan la
investigación y el desarrollo destinados a la producción de tecnología de
la comunicación nacional, así como la política educativa universal,
destinada a la inclusión de todos los argentinos: la asignación universal
por hijo, el programa FINES, las 1400 escuelas, el programa Conectar
Igualdad, la reforma de la secundaria, las nuevas universidades a las que
llegan sectores populares, entre otros. La televisión digital, canales
estatales como “Encuentro”, “Paka-Paka” deben multiplicarse en las
universidades, colegios, gobiernos provinciales, municipios. El Frente
Grande sostiene que hay que llevar a cabo una lucha muy profunda para
disponer del sistema escolar, de recursos económicos, técnicos, de
capacidad artística, de capacidad informativa, de movilización político-
cultural popular, para que la transformación del proceso de comunicación
social y la educación nos conduzcan a una auténtica democratización y se
liguen estructuralmente al proceso de desarrollo con justicia social.
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La Argentina está transitando cambios profundos que se sustentan en una
legislación de signo distinto de las normas que el liberalismo impuso
históricamente.
El Frente Grande considera que es indispensable dictar
una nueva Constitución que recoja los principios sociales de la de
1949, así como los referidos a los derechos humanos y los tratados
internacionales de la reforma de 1994. La constitución debe ser reformada
ampliamente, así como lo determina su propia letra y su propio espíritu,
para profundizar y sostener los derechos políticos, sociales
comunicacionales, económicos, que el pueblo argentino ha conquistado y lucha
por profundizar.
Ningún tema debe quedar fuera de la discusión. No
se trata de una propuesta que se pueda limitar a la discusión de la
duración de los mandatos políticos, sino que éstos deben examinarse
jurídicamente como parte del conjunto de los procesos políticos que hacen a
la vida de nuestra sociedad. Hay deudas con el pasado, como la separación
completa de la Iglesia Católica de la estructura del Estado, del mismo modo
ese laicismo implica que ninguna otra religión, creencia, valoración o
pensamiento político pueda considerarse fuerza directora del Estado y la
sociedad. Hay deudas con el futuro que deben saldarse con la nueva escritura
propuesta, por ejemplo respecto de la propiedad social y explotación
sustentable de los recursos naturales. Ella está basada en la irrenunciable
convicción de que esta la voluntad general del pueblo libremente expresada
la que define los contenidos, forma y objetivos de un proyecto político
nacional; que es el pueblo el que tiene en todo momento, la potestad de
modificar la forma de gobierno en la que su sociedad se desarrolla.
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La política exterior de la Nación ha tenido un cambio sustantivo en el
gobierno kirchnerista, porque ha recuperado la vocación por lograr con
realismo y dignidad la máxima autonomía posible en el marco de la más
construcción contemporánea de América Latina. La creación y desarrollo
de la UNASUR (Unión de Naciones Suramericanas), cuyo primer secretario
ejecutivo fue Néstor Kirchner y la ampliación del Mercosur con el ingreso
de Venezuela, nos marca el norte de nuestro rumbo exterior. Ello ni hubiera
sido posible si no se hubiera efectuado la operación de renegociación de la
deuda externa que constituye tanto un acto económico como una decisión de
política exterior de primer orden que se presenta eficaz y orgullosa ante el
mundo de la crisis internacional. Y tampoco si no se hubiera enfrentado el
proyecto norteamericano del ALCA, motorizado por Bush y derrotado en la
reunión de las Américas de Mar del Plata por la decisiva intervención de
Néstor Kirchner. El espíritu de San Martín y Bolívar y las luchas
nacionalistas, populares, democráticas y antimperialistas del siglo XX las
orientan, informan y presiden en este enorme esfuerzo de lucha continental
que nos incorpora e instala en una digna y eficaz posición en un mundo
multipolar y globalizado donde la lucha por los pueblos frente al poder
financiero internacional se presenta como el desafío principal. Allí no
estamos aislados, sino por el contrario plenamente ubicados en unas
relaciones que pretenden ser lo más igualitarias posibles en los territorios
del comercio y la inversión, del intercambio cultural y de intercambio
laboral y turístico de millones de personas y de la igualdad. Por eso, desde
la mirada de esta política exterior, el kirchnerismo ha diseñado la plena
igualdad de los hermanos latinoamericanos y de otras latitudes que vienen a
trabajar en el país. Es el plan “Patria Grande” que ha legalizado a los
trabajadores que construyen protagónicamente la Argentina contemporánea.
Y esta Argentina que se mueve en el mundo tiene amplias relaciones con el
estado del BRIC (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica). Ha abierto una
enérgica política comercial con países emergentes como Angola,
Azerbaiján y Vietnam y tomó una decisión valiente y justa con el
reconocimiento del Estado Palestino, legítimo representante de ese pueblo
árabe golpeado por el acoso militar de la intransigencia de Israel en
reconocer su derecho a la existencia estatal.
El Frente Grande ha sostenido desde su origen una vocación
latinoamericana que se manifiesta en su integración a la COPPAL
(Confederación de Partidos Políticos de América Latina) y al Foro de San
Pablo. Por ello es que nos identificamos plenamente con los procesos
latinoamericanos que lideran Chávez, Dilma, Evo y Correa y entendemos que
todos ellos y nosotros somos parte de un movimiento nacional, popular,
democrático, continental que procura la igualdad social mediante el
desarrollo económico atravesados por la soberanía política ejercida en
democracia pluralista. Desde esa posición entendemos que América Latina es
plenamente solidaria con la lucha nacional del pueblo cubano frente al
bloqueo económico establecido por los Estados Unidos desde 1959 y entendemos
que el sub continente debe ser solidario con sus luchas y problemas e
integrarlo plenamente al emergente nuevo orden latinoamericano.
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El gobierno popular se encuentra ya enfrentado, y lo será más en los
próximos meses de un año electoral, a un desafío de la oposición y del
bloque dominante encabezado por su aparato mediático para deslegitimar su
gestión.
Es decisivo entender que, más allá de recoger críticas puntuales que se
exaltan para conducir el proceso de cuestionamiento al gobierno de Cristina,
el eje central de esta oposición partidario mediática procura cambiar el
eje de la política nacional. Más allá del presunto espontaneismo de los
manifestantes con tanto entusiasmo registrado por el bloque que enfrenta el
modelo popular, los objetivos son los mismos. Cambiar la política económica
para volver al mercado internacional de capitales, desvalorizar la propia
moneda nacional para subordinarse al dólar, reducir las prestaciones
sociales que emparejan las condiciones de vida en las sociedad de los
sectores populares, retornar a un diálogo internacional con las potencias
dominantes de Occidente, dar por cerrado el capítulo de juicio de las
responsabilidades por la represión directa y las políticas dictatoriales,
entre otras.
Los verdaderos objetivos de la oposición se esconden detrás de
afirmaciones de impacto social, como la posibilidad de una abrupta reducción
de los niveles de inseguridad y una mejora de los niveles de ingreso y
consumo, que se lograrían reduciendo drásticamente la intervención del
Estado. La irracionalidad y los bajos niveles de conciencia social de los
sectores conservadores movilizados son alimentados por los medios para que
aquellas creencias obstaculicen la comprensión de los procesos reales.
El rol del Frente Grande en la circunstancia es el de mantener y
profundizar la unidad con los sectores más cercanos en la consideración
profunda del proyecto kirchnerista. De tal modo, su pertenencia a Unidos,
Organizados y Solidarios debe ser firme y cooperativa. Pero también debe
sostener su presencia en el Frente para la Victoria, estimando que esa
coalición conjuga un voto masivo de adhesión a las políticas
presidenciales.
Frente a la ciudadanía, en particular de sectores medios que manifiestan
un descontento parcial ante algunas acciones del gobierno, la posición del
Frente Grande será la de afrontar esta circunstancia con el mayor esfuerzo
de explicación y fundamentación de las acciones de gobierno en curso. Hay
sectores minoritarios de ultra derecha que no se pueden asociar con
progresistas confundidos. Está en nuestro interés que las definiciones
democráticas que sustentamos contribuyan a separarlos de aquellos y aún de
los grupos liberal-conservadores que, con el discurso de un republicanismo
liberal abstracto, niegan en los hechos cualquier perspectiva de reforma o
mejora social. Un accionar inteligente y enérgico de nuestra fuerza puede
impedir una involuntaria contribución a aquella unidad.
La definición electoral de octubre próximo dependerá de nuestro
comportamiento como gobierno y fuerza política. Se registrará, entre otras
instancias, en como procesemos la instalación progresiva del nuevo modelo de
comunicación audiovisual, en una batalla que será política, jurídica y
comunicacional. Nunca deberemos dejar caer la bandera que refleja que el
ambiente político de nuestro país es el más libre desde 1955, conteniendo
el conjunto de las libertades públicas, de reunión, asociación y
expresión políticas, entre ellas – y no es la menor – el otorgamiento
de espacios audiovisuales igualitarios para todos los partidos que compiten
en los comicios. No puede ser noticia la movilización conservadora de
sectores medios ni en tiempos lejanos o cercanos de la vida argentina. Ni las
movilizaciones de Blumberg ni las de las patronales agrarias pudieron impedir
el voto del 54 % por Cristina en las últimas elecciones. La Presidenta
ejerce el gobierno con capacidad indudable de gestión y energía, que es lo
que se necesita y que tiene al mismo tiempo el liderazgo político de una
amplísima mayoría popular.
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Desde ahora hasta octubre, la militancia territorial, en organizaciones y
la electrónica deberá ser inteligente, paciente, imaginativa y alegre con
un amplio énfasis en lo dialógico y en la unidad. Los dirigentes
nacionales y provinciales del Frente Grande, sus diputados nacionales,
provinciales, concejales, funcionarios nacionales y provinciales, referentes
políticos, cuadros de la juventud, intelectuales, docentes, científicos
y técnicos y el conjunto de los militantes renuevan su compromiso en esta
lucha del pueblo con toda su lucidez, inteligencia, prudencia y energía.
A luchar en lo político, lo social y en lo electoral, en defensa del
gobierno democrático y popular de Cristina y por la Argentina justa e
independiente.
Adriana Puiggós
Presidenta Frente Grande
Mario Secco
Vicepresidente 2° Frente Grande
Soledad Martínez
Vicepresidenta 3° Frente Grande
Daniel San Cristóbal
Sec. Gral. Frente Grande